M o l l s

Lies

I'm Molly. Like another person.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Deja de fingir lo que no somos. Una familia. Sepárate de él, mandame a vivir lejos. Dame la emancipación. Dale mi maldita tutela a cualquier imbécil que no seas tú. Ándate a la mierda.

miércoles, 22 de diciembre de 2010








¿Y si os vais todos juntos a la mismísima MIERDA?









miércoles, 15 de diciembre de 2010

R.

Perdóname, nadie sabe porqué pasó lo que pasó entre tú y yo, todo fue un error, no fue mala intención. Me odiarás.



Tan patética, que el solo hecho de pasar por una calle que lleva tu nombre, me ha hecho recordarte y me ha sacado las más puras lágrimas llenas de dolor. ¿Qué pretendo? Pues nada. Nunca pretendí algo. Dejaba que las cosas pasaran como el tiempo, no te apresuraba, quería que todo lo pensaras muy bien para que la historia no tuviera un final tan brusco. Te di el tiempo para que jugaras conmigo, te conté mis historias de niña, te entregué mis brazos, mis besos, te di todo lo que pude para que hicieras y deshicieras a tu antojo. Te dije que te quería y que no quería perderte.
Y de un momento a otro desapareces como si el mundo fuera lo suficientemente grande como para hacerlo.
No te pedía un para siempre.
No te pedía muchos, pues los dos sabíamos desde un principio que esto no era nada más que un error.



Perdóname, nadie sabe porqué pasó lo que pasó entre tú y yo, todo fue un error, no fue mala intención. Me odiarás.







lunes, 13 de diciembre de 2010

agh




mierda


mierda


mierda


mierda

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Rest.

Es terrible tener que darte cuenta de las cosas de la manera más difícil. Darme cuenta de que me gusta mucho, de que te quiero y hasta necesito, una vez que se ha ido. Darme cuenta de toda la mierda gracias al dolor.
Ahora, ¿qué más puedo hacer? Seguir contando cuantas pastillas tomo cada noche para ignorarle y poder dormir. O quizás seguir siendo un vegetal.
Ahora todo me parece falso.

Todo tú me pareces falso.

Todo el mundo me parece falso después de aquella tan bonita fatamorgana de amor con banda de música. En el fondo esa fue la historia, dos personas dispuestas a morir de hambre por la música, dos que se han encontrado, han echo el amor, y luego han apartado la espuma de su sueño con tan solo su aliento.

Tú, abrazado a mi cintura,

mientras me pedías que hiciera lo mismo. Él, cuando le besaba clandestinamente y por fin podía olvidar eso que anteriormente me causó tanto daño. Quizás no lo recuerde como yo, aquella primera instancia, el primer saludo. Yo si lo recuerdo. Dime, ¿cómo podría olvidarle?. Dime, ¿ahora, qué?.
Es que cuando duele, sientes. Si, me duele que no esté, que no estés. Esta vez te has marchado, y

no me has dejado huellas para encontrarte
.

Ahora, dime.
Ahora necesito que me digas dónde estás, y que puedo hacer yo. Porque ten por seguro que lo haré.
Ahora, dime

¿Son los cinco años, o los kilómetros los que de verdad usas como pretexto para alejarme de ti de esta manera?

Su niña. Oh, si, tu niña. Entonces, tráteme como tal. Entonces, que me diga que me quiere, que me abrace, que me bese, y que en ese momento recuerde también que soy su mujer.

Era


su mujer. Entonces, que tal vez volvamos un poco atrás. Que seamos dos personas dispuestas a morir de hambre por la música, dos que se han encontrado, han echo el amor, y luego han apartado la espuma de su sueño con tan solo su aliento. Pero tal vez, con un final menos trágico.
Por la mierda, como le extraño. Como le quiero.

Como quisiera tenerte conmigo ahora mismo.





martes, 7 de diciembre de 2010

Apples, VI.


Juan, hay una oportunidad en un millón de que me salve. Y todo depende de ti. Estoy loca, estoy completamente loca, pero de pronto estoy alegre y optimista porque todo depende de ti. Juan, tienes que llamarme aquí, no es imposible, no es imposible, estoy en la estación de Marsella, tienes que adivinarlo, ¿recuerdas que aquí nos conocimos? Y cuando hablemos, agradéceme las flores, Juan, y no hables de manzanas. Llámales apples, agradéceme the apples, por favor, Juan. Hay siempre un futuro para una niña traviesa. No te olvides: apples, Juan, por favor, gracias en Marsella.




(Alfredo Bryce Echenique.)









Cuán difícil puede resultar olvidar.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Apples, V.


He regresado a la derrota de mi vida. El camino hasta aquí lo hice destrozando este día de tu cumpleaños en que amanecí soñando con tus flores y tus manzanas. Con cuánta ternura las busqué, con cuánta ternura las compré, escogiéndolas una por una, para ti, mi amor, por tu cumpleaños. Esta búsqueda, esta compra, esta selección, han sido mi día, eran para ti, Juan, eran para ti, que por la noche regresabas de Bruselas. Y ahora, la caminata hasta tu departamento me ha traído hasta este lecho donde yazgo. Sigue el presente, Juan. Estoy desesperada, tan sola, tan triste, tan inútilmente bella. Le he robado a una de esas muchachas este muchacho. Ya hicimos el amor y ya le conté que acababa de matar a un pianista llamado Juan. No me entendía bien, al principio, o sea que le conté que había sido primero un regalo de cumpleaños, una sorpresa para tu retorno, y luego, después, de pronto, un crimen premeditado, un perfecto crimen por telepatía. Por fin me entendió: tras haberte dejado mi regalo, las flores se convirtieron en mí, las manzanas en ti. Yo soy las flores, tú eres las manzanas, viejo, podrido, muerto.

Sigo sola, Juan, sigo huyendo, qué horrible resulta huir sin haberte dejado huellas. Estoy sentada en una estación de tren y no sé cuál tren tomar. Regresar a París... No me atrevo, no me atrevo sin haberte llamado antes. Y ahí está el teléfono, pero no me atrevo, esta vez no me atreveré a llamarte. Y tú, ¿cómo podrías llamarme?, si no te he dejado huellas esta vez. Pobre Juan, cuántas horas al día estarás tocando tu piano mientras yo regreso. No merezco regresar, Juan. No te olvides que te he matado.




(Alfredo Bryce Echenique.)





Anexo.




No sé que pretendes de mí. No se si quieres que me tire al suelo llorando como la niñita que soy para pedirte que por favor no te vayas. Eso es lo único que quiero ahora, que te quedes conmigo. Que no sigas ocultándome. Que te quedes conmigo.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Interlude.



Tal vez he aprendido muchas cosas que nunca quise, y nunca debí aprender. Como por ejemplo, que la edad sí importa a veces, y mucho.


Que tal vez las palabras flotan y una caricia de mi gato es mucho más sincera que todas las palabras del mundo.
Que un alcoholico lo es una vez y para siempre.
Que las marcas del cuerpo llegan hasta el alma.
Que un amigo va más allá de un simple "te quiero".
Que un amante debería olvidar muchas cosas por ser un amante.
Que el ser humano a veces es menos humano que el resto de los animales.
Que hay otros que escriben perfectamente lo que sientes.
Que a veces, aunque no lo parezca, los cortes no son por moda.
Que el alcohol en el cuerpo puede llegar a oler a basura, a mierda, a muerto.
Que a pesar de todo aún quiero morir.
Todavía duelen mis cicatrices. Todavía sangra mi garganta.


Todas esas cosas nunca quise, y nunca debí aprenderlas.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Apples, IV.


Juan, debes sufrir mucho por mí:

"Las flores que aquí te traigo", lo repito y lo repito, pero he mirado a una de esas muchachas con descaro. Qué fácil caminan. Qué bien les queda la ropa. Qué tranquilas viven y qué tranquilamente caminan. Sus ojos, sus cabellos, las piernas, los muslos, las nalgas. Quise arrodillarme y entregarles las flores. Una, dos muchachas así llevo ya encontradas en mi camino con las flores que aquí te traigo. Qué trabajo me cuesta llegar a tu departamento. Y me falta el ataque de angustia en tu ascensor, todavía. Es todo lo que he aprendido en la vida, estos ataques de angustia en silencio, sin que nadie los note. Hasta me gustan porque parece que es entonces cuando se me abren enormes los ojos y miro sin ver y la gente me baja la mirada y me siento fuerte, casi tanto como para causarle miedo a la gente, a lo mejor hasta causarles miedo a esas muchachas terriblemente deportivas. Por qué, Dios mío, por qué, si soy tan bonita, tan joven, si te quiero tanto, si me quieres tanto, si no necesito para nada de esos muchachos terriblemente deportivos, adolescentes de aspecto, tranquilos de andada, serenos en los inquietos vagones del metro. Ya sé que la vida no es así, me lo explicaste con amor, pacientemente, pero tal vez si en lugar de esas lágrimas que te saltaron a los ojos, tal vez si en su lugar hubieses encontrado algunas palabras en inglés. No lo lograste. Y desde entonces te quiero matar.



(Alfredo Bryce Echenique)






1000 hurras por Rosie que ha vuelto.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Apples, III


Tenía lágrimas en los ojos cuando me desperté soñando con un día tan lindo, con tu retorno, con la sorpresa que te iba a dar. Las flores. Tu compota. Era como si acabaras de pronunciar una palabra en inglés con respecto al resto de mi día, a la idea que ya empezaba a metérseme de encontrar a alguno de los chicos con que te engaño, para vanagloriarme. Pero no estabas. No estabas y no había palabra tuya que me convirtiera en una niña muy traviesa. Y recordaba tus largas horas de trabajo, tu fuerza de voluntad, la forma en que puedes practicar horas y horas tu piano y amarme y saberlo todo. Sí, lo sabes todo. Quisiera matarte.

Juan, hay un tipo de muchacha, sobre todo, que me aterroriza. "Las flores que aquí te traigo", lo repito y lo repito, pero ya han aparecido dos de esas muchachas y he querido obsequiarles tus flores. Son muchachas más altas que yo, más jóvenes que yo, y sobre todo son de un tipo terriblemente deportivo. Cruzan las esquinas fácilmente, Juan. Tienen algo que hacer, Juan. No les importaría tu piano, Juan, ni que andes siempre pasado de moda, ni que tengas también muchos años más que ellas. Juan, no las mires nunca, por favor. Pero tú, además, ni siquieras las ves. Adoro tu bondad. Esas muchachas son, Juan, son para mi mal. No sé qué son, no las soporto y quiero inclinarme, no sé si deseo que me peguen o hacer el amor con ellas. En todo caso quiero quitarles al muchacho que va con ellas. Aunque vayan solas, quiero quitarles al muchacho que va con ellas. Juan, tú y yo lo sabemos, no hay palabra tuya en inglés que me convierta en niña. traviesa cuando me tropiezo con esas chicas tan lindas. Me dijiste que yo era a queen. Otro día me encontraste most charming, otro día citaste el más maravilloso verso de Yeats. Te sonreí. Y tú sabes de tu fracaso, no lograste encontrar una palabra y odio tu piano. Te mentí una sonrisa y lo sabes también. Juan, debes sufrir mucho por mí:





(Alfredo Bryce Echenique)