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Lies

I'm Molly. Like another person.

miércoles, 26 de mayo de 2010

JustADream


Fue un sueño cruel. Poco lo recuerdo, y en verdad poco quiero recordarlo. Me basta con saber que en aquel sueño estaba él.
Era un departamento/casa, tenía cierta similitud con la casa de algarrobo, donde voy en los veranos. Recuerdo dos piezas, la de él y la de su padre (curiosamente su madre se mantenía al margen de mi sueño). También recuerdo la cocina, una cocina espaciosa y por la cual pasé para llegar a las habitaciones. No me acuerdo de haber tocado la puerta para entrar nunca. Era como si con mi mente me tele transportara desde el lugar donde estuviese hasta donde estaba él. Hasta su habitación. A veces su padre le decía cosas que nunca entendí.
Los colores eran grises, pero en contraste con sus ojos y su pelo se veían como los colores más alegres que pude haber visto jamás. También me quedaron en la mente los cojines y sillones blancos con flores. El sillón en el que me senté abrazada a él, donde hablábamos trivialidades y nos besábamos. No se parecía en nada al sillón grande de cuerina café de aquel sueño anterior. En este sólo podíamos estar los dos.
Recuerdo ir hasta ese lugar cada atardecer, cuando el sol ya no calentaba tanto (sí, era como si luego de tres minutos viniera el día siguiente, que podía durar uno o dos minutos).
Dentro de ese sueño también estuve con mis amigos. “¿Qué pasa con él?, ¿En serio están juntos?”. Sé perfectamente quien fue el que preguntó eso. “Es en serio” les respondía. “Es como si todo se hubiese cumplido. Como si de verdad me quisiera… no es un sueño. Esto es real. Esto es tan real como todo lo que puedes sostener en tus manos, lo que ves, y lo que sientes en tu corazón. Definitivamente no estoy soñando…” me repetía y les repetía a todos los que estaban conmigo. Para mi era tan real que casi sentía el calor de sus brazos, su voz, su corazón., sus besos. Todo era tan tangible que podía sentirlo en la punta de mis dedos, en la palma de mis manos, al comienzo de mi lengua.
No pasaba día que no le viera. Cuando yo no aparecía en su desordenado cuarto, él aparecía en mi sala de estar. Anochecía y ahí estaba yo, con él, queriéndolo, contándole mis secretos, cuanto tiempo había esperado por todo lo que supuestamente estaba pasándome, a mí, a él.
Ciertamente tengo vagos recuerdos, imágenes casi perdidas, escenas muy fugaces.
Sentía el corazón rebalsado de emoción. Lo tenía a él. Cada vez que nos acostábamos en su cama. Lo tenía a él cada vez que le besaba en el sillón.
Antes de que la realidad me azotara duramente la cara y la verdad se riera de mi en mis narices, lo tuve abrazado, con mis piernas entrelazadas, y como contándole un nuevo secreto le dije: “te amo”. Pues claro, al segundo siguiente me arrepentí, y volteándome para esconder mi mirada y prender un cigarrillo, me corregí: “No, no te amo. Te quiero mucho”. Nunca le había dicho que le amaba y él tampoco lo había echo. Por otra parte no quería perderle porque me pensara loca. Nunca quería perderle.
Fue un sueño cruel. Pero fue lindo volver a tenerlo entre mis sesos, entre mis sábanas.

















I'm still alive

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